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Finlandia y su fórmula de la felicidad

Equidad de género, confianza en las instituciones públicas y en los compatriotas, salud y educación gratis y de excelencia, pero también costumbres como pasar algunas horas de la semana en un sauna o caminando entre árboles, son algunas de las claves que explican que este país nórdico sea, por séptimo año consecutivo, la nación más feliz del planeta. Según los finlandeses, pasar algunas horas a la semana en un sauna o entre los árboles también ayuda. En la medición 2024, EE.UU y Alemania salieron del top 20.

12 abril 2024

Hace algunos meses, un periodista de la revista Reader’s Digest quiso poner a prueba la honestidad de la gente de distintas ciudades del mundo: en cada una dejó en la calle una billetera con dinero en efectivo y con sus datos de contacto. Helsinki, la capital de Finlandia, resultó ser la más honesta de todas: el periodista recibió 11 llamados de personas que la habían la encontrado y que querían devolvérsela. Y con la plata intacta.

El vivir en un entorno donde la gente pueda confiar en los demás es, según los entendidos, uno de los factores que contribuyen a este bienestar.

Con políticas públicas que garantizan una educación considerada dentro de las cinco mejores del mundo; atención sanitaria universal; y bajas cifras de criminalidad, a nadie le extraña que desde 2017 Finlandia haya ocupado el primer lugar en el Informe Mundial sobre la Felicidad. Lanzado en 2012 por las Naciones Unidas y realizado en conjunto con la encuestadora Gallup, este estudio clasifica a 143 países según el nivel de bienestar de sus habitantes. Ese mismo año, se escogió el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad, para reconocer la relevancia de ésta como una aspiración universal y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno.

Las particularidades del carácter, costumbres y paisajes finlandeses explican que cuando a los encuestados de esa nación se les pidió que evaluaran sus vidas en una escala del uno al diez, el resultado fuera de 7,7. Seguido de cerca por el 7,6 de los daneses. El resto de los países nórdicos también obtuvo puntuaciones altas: Islandia en el tercer lugar; Suecia en el cuarto; y Noruega en el séptimo.

Costa Rica es la nación de habla hispana mejor clasificada, en el puesto número doce, mientras que Chile está en el 35, entre Kosovo y México.

En el otro extremo del ranking se ubica Afganistán, asolado por la guerra y los Talibanes, es el país que ocupa el último puesto, con sólo 1,7. El Líbano, Lesotho, Sierra Leona y Congo también tienen muy baja puntuación.

Dentro de las novedades de la versión 2024 de esta encuesta está que, por primera vez desde que se realiza, Estados Unidos y Alemania quedaron fuera del top 20, principalmente porque sus jóvenes se sienten menos conformes con sus vidas.

John Helliwell, director del Informe Mundial sobre la Felicidad, explica que “las bajas puntuaciones entre los jóvenes alemanes y norteamericanos no se deben a que tengan menos estudios, menos ingresos o peor salud. Es el reflejo de lo que piensan de sus vidas, es una cuestión de estado de ánimo. Lo que es evidente es que son menos felices que los mayores». Helliwell atribuye este descenso en la sensación de bienestar en parte a la información que consumen: «están escuchando noticias que los hacen infelices y luego las comparten y eso también los hace ser pesimistas frente al futuro».

 

Baños de bosques y vapor

El director del Informe Mundial sobre la Felicidad explica que en el estudio se pide a cada participante que puntúe el conjunto de su calidad vida. Se pregunta sobre seis aspectos: PIB per cápita, apoyo social, esperanza de vida sana, libertad, generosidad y percepción de la corrupción.

«Así descubrimos que Finlandia es bastante rica en cosas cotidianas pero importantes, como que te devuelvan la billetera si se te cae en la calle, que la gente se ayude mutuamente, que los servicios sanitarios y educativos sean de alta calidad y que las oportunidades se distribuyan universalmente, de modo que todo el mundo sienta que parte más o menos igual desde el principio». Helliwell agrega que Finlandia tiene inmigrantes felices, «así que es algo que están dispuestos a compartir con los recién llegados».

Finlandia, un país de clima fresco donde las auroras boreales deslumbran en invierno y el sol del verano brilla toda la noche, tiene muchas cosas claras en lo que se refiere a las condiciones sociales adecuadas para la felicidad.

Por ejemplo, los finlandeses combaten el estrés de maneras “naturales y mágicas”. Una de las más populares son los “baños de bosque”, una experiencia simple pero, según aseguran sus promotores, “poderosamente transformadora”. Esta práctica consiste en caminar lentamente alrededor de un kilómetro durante dos horas, realizando paradas y ejercicios en medio de los árboles cubiertos de nieve. El más preciado entorno para un “baño de bosque” es el Parque Nacional de Urho Kekkonen, en la Laponia Finlandesa. Y es gratis: el único requisito es dejar el lugar igual a como se encontró.

Algunos aseguran que el verdadero motivo de esta sensación de felicidad es que los finlandeses eliminan sus pensamientos negativos sudando. El país cuenta con aproximadamente 3,5 millones de saunas, más de uno por cada dos habitantes. Todos los edificios gubernamentales tienen su sauna y los trabajadores públicos pueden pasar sus descansos laborales relajándose en el calor. Tan orgullosos están de esa costumbre, que es uno de los pilares de su estrategia de imagen país. Recientemente, la embajada de Finlandia en Berlín organizó una exposición que promovía la cultura del sauna con fotografías, videos, testimonios e, incluso, con un sauna finlandés abierto al público, construido con olorosa madera nativa. Fue un éxito.

La tan celebrada equidad de los países nórdicos aquí está representada por una caja con productos para los recién nacidos que el Estado envía a todas las futuras madres, no solo a las que la necesitan por motivos económicos. Aunque en vez del ajuar se puede optar por recibir dinero, la gran mayoría prefiere seguir con la simbólica tradición.

O tal vez la clave de este optimismo viviendo en un territorio de clima extremo la explique una de las palabras que los finlandeses asocian a la identidad nacional: “Sisu”, que significa estoicismo, determinación y resiliencia.